
Terminó mi estancia en Barcelona.
Recogí mis cosas notando como esos sitios que estaban ocupados por mi volverían a no tener dueño.
Sentí como a cada minuto la gente estuviera más lejos.
Esperando a mi tren al menos dos personas que no pudieron venir a despedirme me llamaron a desearme un buen viaje, fue algo que no me esperaba y me encantó.
Salí de Barcelona definitivamente, y esta vez no tuve que llorar por alejarme de todos ellos, pues la próxima vez está mucho más cerca, y sé que aunque pase el tiempo ellos me recibirán igual.
Ahora tendré que volver a la rutina, ponerme las pilas con las cosas que he dejado estancadas. Sacaré fuerzas para todo y así no tener que renunciar a ciertas cosas en verano.
Os echo de menos, pero mis ganas de volver hacen que no me llene de tristeza.
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