martes, 30 de abril de 2013

100 montados


Día extraño en el curro, había sensación de que nadie quería trabajar nada. En fin, lo mejor es que mañana es fiesta y se puede descansar un poco.

Después de salir de allí fui un ratillo a casa, a ordenar un poco y a esperar a que se despejara un poco el atasco, una de las cosas que más odio de esta ciudad.

Al final a las ocho o así he llegado a Fuenla y al entrar en casa de mis padres no había nadie, así que me he puesto en el ordena, porque es lo único que puedo hacer por aquí.

Después de cenar he ido al metro para encontrarme con Vane y Unai, y mientras que iba he tenido un momento de nostalgia, de todos esos momentos que pasé por este barrio y todas las historias que tiene esto. Y es en esos momentos cuando pienso que no me importaría a vivir por aquí, pero claro, solo podría disfrutar estar por aquí unas horas entre diario, volver a gastar tres horas de viaje todos los días para ir a trabajar... ahora que ya sé lo que es vivir también entre diario creo que no me apetece volver. Aunque también me gustaría poder disfrutar más de Madrid los fines de semana, pero como la gente está aquí y es imposible que muevan el culo tengo que perderme esas cosas.

¿Por qué siempre que me pongo nostálgica al final termino cabreada con la gente? El mundo es demasiado grande y parece que a los demás solo les interesa seguir en el mismo sitio y con las mismas costumbres. Ojalá encontrara gente con mente más abierta.

Bueno, que me voy del tema, hemos pasado un ratillo de la noche en los 100 montaditos, hablando todo el rato, me encanta poder estar con ellos y haber tomado el paso de recuperar la amistad. Hay veces que si miramos al pasado y analizamos las cosas nos damos cuenta de las tonterías por las que dejamos de hablar a alguna gente, entonces es el momento de analizar si realmente merece la pena olvidar una amistad por un problema que después del tiempo te das cuenta que era una chiquillada.

Debe ser que volver a estar por aquí me hace volverme más ñoña y nostálgica.

lunes, 29 de abril de 2013

Dando un poco de color



Sé que hace mucho que no escribo por aquí, y eso que tenía muchas ganas de volver a retomar esto, pero este mes está siendo bastante malo.

Siento que las cosas me quedan un poco grandes, o que están sucediendo demasiadas cosas que requieren que saque muchísimas fuerzas de donde no hay. Y es por eso que hay cosas que he dejado un poco de lado, como escribir aquí. Quizá tengo la impresión de que si no lo escribo es como si no hubiera pasado, pero ha pasado y hay que seguir adelante sea como sea.

Así que toca un pequeño borrón y cuenta nueva, o más que borrón será levantar la cabeza y continuar adelante con ideas de cosas por hacer y con fuerza para conseguirlas.

Y como siempre, que ya creo que me lo estoy tomando como terapia, me he vuelto a hacer algo diferente en el pelo, solo que esta vez no es permanente sino que se irá con el lavado, pero me sirve de momento para poder marcar una época nueva. Hace tiempo vi en una película que una chica cambiaba su color de pelo en función de su estado de ánimo, siempre pensé que era una tontería pero actualmente he cogido un poco de esa teoría, porque parece que si cambias por fuera es asumir el cambio interno que has realizado también.

¿Por qué esta melancolía? Pues realmente no lo sé, me he levantado bastante de bajón esta mañana, sin ganas de nada, y en el trabajo tampoco ha habido muchos cambios, además el ambiente está un tanto tenso por allí, así que tengo que meterme en mi burbuja para que no me consuman también.

Lo bueno, es que por fin Fiusa ha vuelto de sus vacaciones, y aunque no coincidamos mucho ayuda a tener a alguien cerca, y contar las tonterías que pasan en el día a día o que ves por internet o lo que sea, cualquier cosa es válida.

Quizá también es que este lunes tiene un sabor amargo, porque para alguna gente es casi jueves, y para otros es un lunes normal y corriente. Últimamente me afecta bastante el estado de ánimo de la gente del curro, pero supongo que es muy normal teniendo en cuenta que paso muchísimas horas allí, lo que no saben es que si se amargan por tonterías al final lo van a pasar peor.

Odio eso de incomunicarme, ponerme los cascos para no escuchar nada del exterior y poder seguir estando en esa felicidad interna que intento conseguir.

Odio a la gente que se ahoga con un vaso de agua, y encima echa la culpa a los demás, como si la felicidad interior dependiera de que los demás hicieran las cosas como uno quiere.

Odio a los que van de sabiondos, que a pesar de tener gente encima de ellos que les ordenen, y cuando ven que no tienen razón se ponen a gritar.

Pero odio más el tener tanto odio por todas esas cosas, es por eso que cuando llego al límite de odiar decido evadirme, pensar en otras cosas y cuando vuelvo ha desaparecido.

Y por todo eso, hoy he decidido sonreír, sí, a pesar de esas malas vibraciones que tengo a mi alrededor durante nueve horas, a pesar de todas las cosas malas que han pasado últimamente, he decidido sonreír, porque cada día debe tener una razón para tener una sonrisa y la de hoy no es menos que cualquier otra.