domingo, 9 de noviembre de 2008

¡Oh no, mi Mafalda!


Esto de estar hasta las tantas de juerga no es bueno, porque luego te levantas a las dos de la tarde y te das cuenta que ya no puedes ir al quiosco a comprar el periódico.

Así que con las legañas aun en los ojos te vistes rápido para darte un paseo andando hasta la gasolinera más cercana. Donde descubres que tienes que esperar a que la mujer de delante encuentre el dinero para pagar las cosas que ha comprado, mientras que la gasolina la paga con la tarjeta.

Y después de todo eso consigues el periódico y te sientes feliz por la tontería de tener la tira cómica que llevas una semana esperando.

Vuelta a casa, justo para comer.

Ves un episodio de una serie y te quedas dormido durante un par de horas más.

Luego despiertas, lo justo para leer la mitad de Mafalda y luego dirigirte a la tetería donde has quedado con los demás.

Y a eso de las diez ya para casa, mientras que te llaman por teléfono desde casa preguntando que donde estás y por qué no has avisado de que no ibas.

Pues esta es una forma bonita de medio perder un domingo, porque realmente tienes la sensación de no haber hecho mucho, aunque realmente lo que ha pasado es que el fin de semana ha terminado en la tetería, igual que empezó el viernes.

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