miércoles, 25 de julio de 2007

Un año a tu lado




Tal día como hoy, hace un año, me levanté nerviosa, con la idea de tener un nuevo enano a mi lado que me ayudara a superar lo de Frei.

Pero a pesar de tener tantas ganas de un compañero nuevo me prometí que si no sentía ese flechazo seguiría buscando más días.

Fui con mi madre a la tienda nada más abrir, ella decidió que me regalaría ese nuevo bichejo (un gran regalo por su parte). Me acerqué temerosa a ver los conejos, pues podría ser que ninguno me llamara la atención. entonces entre toda esa montaña de pelos conseguí ver unos ojos azules preciosos, mi mente recordó unas palabras que dijo hacía un año y medio "el próximo conejo que tenga tendrá los ojos azules". será una tontería pero era como una premonición. Observé más detenidamente ese enano y era de lo más alegre y simpático, también vi como me miraba y se acercó a verme. Entonces antes de decidirme hice la inspección de rutina, nada extraño en los ojos, las orejas están limpias, las patas están bien, no hay conejos enfermos en la misma jaula, parece alegre y despierto... tenía buena pinta, aun así le pedí a la chica que lo sacara y me dejara cogerlo, para poder confirmar que estaba todo bien.

Unos momentos de inspección y la confirmación de que estaba perfectamente, este sería mi pequeño Leben.

Llegué a casa y le preparé la jaulota, ya que era tan pequeño que para él era una mansión. En lugar de estar asustado por todo el viaje el bichejo no paraba de correr por la jaula e inspeccionar todo lo que podía.

En pocos días descubrí que era muy cariñoso y le encantaba que le hicieran caso. Aunque no me quise encariñar mucho de él en un principio porque tenía la impresión de que cualquier mañana al despertarme no iba a estar.

Nos pasamos todo el verano durmiendo juntos la siesta y viendo perdidos hasta las tantas de la mañana. Él disfrutaba estando tanto tiempo fuera de la jaula y yo disfrutaba con su compañía.

También he visto desatado su instinto animal cuando se trata de comer manzana o sus chuches, realmente da miedo.

Y he disfrutado, aunque seguro que él más, los paseos, aunque cuando sale no disfruta mucho del campo, se ve que es más casero y la naturaleza le llama pero en pequeñas dosis.

Son muchos momentos juntos, en los que he descubierto muchas cosas de él y él de mi.

Pero lo que más nos ha unido ha sido su enfermedad de hace un mes. Fue despertarme como cada mañana e ir a verle, pero noté que estaba muy apagado y no quería comer nada, mi mente no pudo evitar pensar en lo peor pues la muerte de Frei fue por esa época. Decidí que esta vez pondría todo mi empeño en hacer lo posible por curarle. Así que me pasé como dos semanas visitando al veterinario diariamente. Una placa para ver si era grave, una vía por donde ponerle los antibióticos y el suero cada dos horas, luego pasamos a los pinchazos "intraconejo". Me daba cosa pincharle porque tiene la piel muy dura, pero había que hacerlo por su bien. Y el pobre después de cada pinchazo venía a mi para buscar consuelo.

Después de todo lo pasado la mayor alegría que me dieron es que por fin se recuperó.

Creo que este año nos ha traído buenas y malas cosas, pero las buenas superan con creces a las malas, y hacen que pueda querer más a este bichillo.

Mi pequeño Leben, mi pequeña vida.

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