jueves, 22 de marzo de 2007

"Lanzas la piedra y luego preguntas como es sin ganas de escuchar."





Qué gran mundo es internet, donde la gente puede juzgar como dices las cosas o dejas de decirlas, sobre todo cuando aclaras, antes de poner nada, que no va en cierto tono. Pero parece que si dices que no va en cierto tono es de esa forma como lo van a leer después, y con lo que conlleva, te juzgan haciéndose entendedores de lo que querías o no querías decir, pues cualquier cosa que se quiera explicar después ya es tarde, porque una vez entendido de una forma les es imposible admitir que hay otra opción.

Qué gran alegría produce que pongas ilusión en algo, y simplemente por querer defenderlo o por lo menos hacer que siga adelante, te digan que eres de una forma u otra, haciendo que se te quite la ilusión por haber tenido esa idea y querer llevarla a cabo.

En ocasiones me pregunto si la gente conoce los límites de este mundo virtual, donde el lenguaje corporal queda anulado y el tono de las frases queda a libre interpretación del lector, pues parece que cualquier cosa que se diga sienta mal y decepciona a la gente. O quizá sea yo quien está fallando en esto, y me tomo las cosas demasiado a la ligera, no interpreto las frases al pie de la letra pues veo el contexto en el que está dicho y si algo no me cuadra lo dejo pasar, pues puede ser que se haya perdido por el camino el mensaje que se intentaba comunicar.

Quizá debo tomarme esto como un mundo real, donde se tienen en cuenta las comas, donde la cantidad de veces que abras una conversación a alguien suma puntos a la "amistad", y las veces que no las abres te los resta, donde hay que leer el nick de cada persona pues ahí está resumido su día y si preguntas algo que venga puesto te restan más puntos por no estar atento, donde en los foros pones tu opinión sincera y si no es la que esperan ver decepcionas a la gente porque ellos entienden que te lo tomas a cachondeo o eres demasiado borde por no adornar las cosas.

Quizá es que el mundo no está preparado para oír las cosas tal como son, y por lo tanto tendré que aprender a poner adornos a mis ideas, refugiar mi sinceridad en esa choza de la falsedad, porque a todo el mundo le gusta estar seguro. No importa que se quiera ayudar, no importa las buenas intenciones que tengas, no importa que lo que digas sea auténtico, solo importa que lo que vayas a decir sea lo que se espere para poder seguir siendo aceptado.

Maldita sociedad creada a partir de unos y ceros, te crees que tienes poder para poder decidir quien es aceptado o no. O quizá lo más duro no es que existas, sino que cada rincón de ti tiene una sociedad propia, con un protocolo que se debe cumplir, y esa organización haya sido inventada por los mismos usuarios.

Será ese mi sino, alguien que no quiere ser gobernado por una sociedad donde la sinceridad no es bienvenida. Un lugar donde las palabras son la ley y la libre interpretación de las mismas es nuestro juicio final.

Odio que me juzguen sin conocerme, odio que se atrevan a decir como soy o es mi vida sin cruzar palabras directas conmigo, odio que las libres interpretaciones tengan más poder que las explicaciones que se intentan dar de lo que se quería comunicar.


Quizá porque odio este tipo de mundo debería apartarme de él...

y dejar ese hueco para alguien que sepa integrarse.

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